José está en el centro de la ciudad dando vueltas y más vueltas en un intento desesperado de estacionar su carro.
Da una vuelta, espera, va un poco más lejos, espera, da otra vuelta...
Nada...
Desesperado, levanta la vista al cielo y dice: "Señor, si me encuentras un hueco para aparcar en cinco minutos, te prometo orar más a menudo, ayunar 4 días a la semana, asistir a todos los servicios que se realicen en la iglesia, asistir a las campañas y diezmar y ofrendar, dar mis primicias".
Entonces, de forma milagrosa, queda libre un puesto justo delante de su coche.
José, emocionado, mira al cielo y dice:
"¡¡Señor, Oh Señor!! ¡No busques más que ya he encontrado yo una!!"