
Chistes Cristianos
Un predicador americano fue a un pueblo de México. Después del servicio, lo invitaron a comer. Cuando se encontraba en la mesa, le sirvieron su platillo. Cuando comenzaban a comer, el hermano americano comenzó a cambiar de color, pues la comida tenia demasiado picante. A lo que él manifestó en su pobre expresión de la lengua, "¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!" Al momento, uno de los hermanos corrió a poner las manos sobre el americano, exclamando a gran voz: "¡Recibe, hermano! ¡Recibe!"